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martes, 26 de enero de 2010

EL ESTIGMA DEL COSTALERO. Parte Primera.


Los que frecuentáis peluquerías afines al sentimiento cofrade, tipo “Barrales”, no habréis tenido que dar explicaciones alguna. Pero otros debido al tiempo que nos consume, tenemos que recurrir al tipo centro comercial. Sus horarios son más flexibles y la comodidad con la que llegas, ni os comento. En su contra, quizás, que cambian mas de peluqueros, que cajeras el Dani, y ahí radica el tema.


Si el peluquero esta concentrado en su trabajo, no problema. Pero si llega en el momento que remata el cogote, y el personaje esta contemplativo de todo los que aparece ante el, “date” ahí si tiene tema. A través del espejo, observas, que la mirada del peluquero ha cambiado a mirada de misterio, “¿Que coño tiene este tío? “. Uno acostumbrado, rápido, le apaciguas los pensamientos, “¡Soy Costalero!”.

Esta misma situación realizada días después de un ensayo fuerte, o después de un Viernes, puede tomar un carisma de anécdota del mejor programa de humor.

Me ocurrió hace años, caso verídico de verdad. La peluquera tenía rasgos orientales. Al despojarme de la capa de plástico que utilizan para no mancharnos. vi. asombrado que dejaba sobre la repisa, las tijeras y el peine. Y a toda prisa, se dirigió hacia un mueble que había en la entrada. Ya de regreso hacia mí, observe que había protegido sus manos con unos guantes, de los que utilizan los cirujanos. En ese momento dude si le daba la explicación oportuna, “Soy Costalero”, pero comprendí que en esa ocasión me iba ha llevar mas tiempo de lo normal, Y lo deje pasar.

Que pensaría aquella pobre mujer. Pensaría que aquello, podría ser contagioso. Ojala así fuera. Os imagináis tantas personas contagiadas para nuestra semana santa, vamos ni la gripe A, tendría tantos efectos.

BAs.

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