LA CUADRILLA LA HACEN LAS PERSONAS (9)

Jose Joaquin Fernandez Guillen

JOSE JOAQUIN FERNANDEZ GUILLEN

Sin lugar a dudas es la persona más respetada de la cuadrilla, quizás por ser el único que ostenta el ministerio sacerdotal. Pero también porque con su forma de ser y hacer ha sabido granjearse la admiración y la consideración de todos. Llego a la cuadrilla a comienzo de los 90 cuando era un simple estudiante del Seminario, y vino a solucionar, entre otras cosas, no pocos problemas con las preces de costumbre antes de hacer la salida. Su condición de clérigo le ha valido algunas criticas por meterse debajo de los pasos, a lo que el ha respondido desde la humildad con el hermoso ejemplo de seguir siendo costalero de Dios, dentro y fuera del paso. Su aspecto enjuto encierra una grandeza personal fuera de cualquier comparación, además de una fortaleza física que pocos pueden alcanzar. No hay quién ose a disputarle en el paso de Cristo la corriente de la 4ª, pues para él (y para mi) es el sitio de auténtico privilegio, pues vas justo debajo del Santísimo Cristo de los Favores, con la posibilidad de verlo si te apetece alzando la vista, y puestos a pensar, nadie más digno que él para ocupar ese sitio.

Hermano de otro gran costalero que ahora desempeña labores fuera del paso y de responsabilidad en la Junta de Gobierno, Josequin, tiene una amable y amena conversación que siempre reconforta a quienes con el la comparten. Es el único costalero que ha celebrado una Función de la Hermandad, nos ha impuesto medallas nos ha dado la comunión, ha confesado a mas de uno y además de todo eso ha compartido con nosotros el sudor y el esfuerzo de ser testigos directos de la Redención de Cristo. Y si esto fuera poco, ha casado a un montón de miembros de la cuadrilla (con sus respectivas mujeres, claro está), ha bautizado a los hijos de otros tantos y ha servido de pañuelo de lágrimas cuando la ocasión lo ha requerido. Es el verdadero director espiritual de la cuadrilla, y un auténtico orgullo compartir con él la hermosa labor de llevar a Dios con la granadina, bellísima y grandísima advocación de los Favores.