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jueves, 3 de noviembre de 2011

NUNCA EL TIEMPO ES PERDIDO


Nunca el tiempo es perdido es el título de una canción de Manolo García que puede resumir la respuesta que podríamos darle todos a los que alguna vez nos han reprochado nuestro entusiasmo costalero y cofrade, porque no han comprendido que nos guste esto tanto, ni que le dediquemos tanto tiempo. Y es que las personas a las que esto no les gusta, no entienden nuestro proceder. Entender el mundo de las cofradías y más concreto el de la costalería, es mucho más complejo de lo que nos pensamos los practicantes. Si a los que vivimos esto nos cuesta trabajo muchas veces discernir donde se queda la devoción y donde empieza la afición, imaginarse que galimatías no pasará por la cabeza de los que no conocen este ámbito, cuando intenten descifrar el enigma. Y este es el quid de la cuestión. Escuchamos marchas, leemos libros, visitamos páginas cofradieras en internet, hablamos en agosto de costaleros, bueno en agosto, en diciembre, en mayo y todo el año enterico, nos lo pasamos hablando de lo que nos gusta. Y esto no lo hacemos por devoción, vamos creo yo. Lo hacemos por pura afición.
Recuerdo que cuando era joven e iba con mis amigos de marcha a los pubs, la gente tarareaba las canciones de los grupos de la época y yo no sabía casi ninguna porque yo no escuchaba los 40, ni ningún otro tipo de cadena musical, yo escuchaba por entonces una cinta que me habían grabado con el histórico disco que sacó la Agrupación de Jesús Despojado de Sevilla  de la Saeta y Nazareno y Gitano en el que se grabó Cristo de los Favores. O aquel disco que sacó Sta. María Magdalena de Arahal en el que venían Puente de San Bernardo y Pasa la Virgen del Refugio. O el de Las Cigarreras, que fue el primer disco que yo compré de marchas, en el que se veían unos nazarenos de su Hermandad por el postigo y en el que se estrenó la marcha Requiem.
Ningún cofrade falta a sus obligaciones principales, pero en nuestro tiempo libre no nos dedicamos a lo que la mayoría, sino a lo que nos envenenó en su día. Ojo que esta reflexión la hago ya con unos años encima y más de 25 de costalero. Manifestar cierta locura por algo cuando uno es joven y con pocos años de bagage tiene sentido, pero cuando uno ya no es ningún niño, cuando han mermado algo las fuerzas, incluso quizás ya no quede en uno nada de inocencia. Aún así mantengo la ilusión como el primer día y sigo esperando ansioso ese primer ensayo que me de toda la razón cuando pienso que: Nunca el tiempo es perdido.

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