Ya suenan sus pasos. Ya se siente su presencia. Otro nuevo Viernes Santo está a tan sólo un día. Siempre Viernes Santo, pero siempre diferente. Cada uno lleva su equipaje, y no siempre es el mismo. Unos años llevamos la maleta cargada de agradecimientos al Señor, otros de Favores que pedirle, algunos también piden su perdón. En fin, tantas cosas que pasan en un año que nadie escapa con el paso del tiempo a acudir al que siempre desde su cruz, nos perdona y nos da su consuelo.
Y como pedirte a ti Dios mío, si estás en una cruz escarnecido, siendo Tú el hijo de Dios. Redentor de nuestras culpas, Favor de nuestras faltas. Eres durante el año el que siempre escucha y nos llenas de ese amor tan importante en nuestras vidas. Como decía San Agustín: " Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor."
Y en el hospital de las Misericordias de dios, la Virgen es su Divina Enfermera (dixit S. Juan de Avila). Y en el Hospital de nuestras necesidades siempre serás Tú la que nos das el alivio y el aliento necesario. Y no hace falta nada más que mirarte a la cara y ver tu medio sonrisa, tu medio llanto y tu perfil hebraíco, para quedarse prendido del pañuelo de tu mano y pendular al socaire de tu gracia, porque más que Tú, Madre Mía de Misericordia, solo Dios
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