La vanidad es una condición inherente al ser humano. A este “mal” se le puede confundir con el “afán de protagonismo”, pero pienso que es distinto y podríamos denominarlo “vanidad cofrade”, que puede ser individual o colectiva. Esta que hoy traigo al blog, sería individual. Pero conviene no dejar pasar por alto esa otra vanidad colectiva a la que nos empuja la pertenencia a una Hermandad: "Mi hermandad por encima de las demás". Esa vanidad colectiva que nos lleva a hacer el ridículo muchas veces y proyectar una imagen exterior poco beneficiosa, pues es interpretada como una competición, por quienes no conocen este mundo. Pero en esta entrada me centraré en la individual, porque la considero más peligrosa e incontrolable, además de ser el origen del mal colectivo.
Todos sabemos, que así como la humildad es la mejor medicina para curar toda clase de vicios y fomentar todas las virtudes, la soberbia es el caldo de cultivo donde afloran todos los gérmenes de nuestros vicios. Es nuestra soberbia, la que nos domina y nos hace creer, tanto eres tanto vales, y así, sin darnos cuenta, pensamos que si nuestra valía es grande, nosotros también seremos grandes. Por lo tanto sentimos la necesidad de alimentar nuestro ego, para que todo el mundo nos admire por nuestra valía, y pasamos a presumir de ella. Hermanos mayores, miembros de juntas, capataces, costaleros, músicos, vestidores y el extenso ramillete que circula a lo largo del amplio espectro cofrade, caemos presos de la vanidad en mayor o menor medida y acabamos sintiendo que el mundo de las cofradías gira en cierto momento alrededor nuestro. En definitiva presumimos de cierta notoriedad. Y presumir es vanagloriarse de uno mismo, tener un alto concepto de nuestra valía. Así la vanidad pasa a ser la alimentación de nuestro ego.
Cuando pasa Semana Santa, que para muchos son los exámenes finales de las Cofradías y los cofrades, todos buscan lo que la opinión pública dice de sus hermandades, de sus bandas, de sus cuadrillas, de su trabajo en tal o cual paso de flor, en la vestimenta que ha realizado, etc… y así en cada una de las actividades que encierra el mundo cofrade. Los cofrades nos reunimos en cansinas tertulias para echarnos flores los amigos, y despellejar si es necesario al que nos cae peor, que suele ser casi siempre de otra Hermandad. Lo que vamos buscando en estas reuniones post-semana santa, es la aceptación de los demás, la alimentación del ego personal.