TESTIMONIOS DE 30 AÑOS... ANTONIO LUIS

Antonio Luis Fernández Navarro es costalero de la Virgen. Le debe su amor a la Cofradía a su madre Antoñita, que fue una de las bordadoras del manto de la Virgen.

Ante esta celebración del 30 aniversario de nuestra cuadrilla, no podía dejar pasar la posibilidad de intentar plasmar alguna de mis vivencias como hermano y costalero de nuestra hermandad.

Allá por el año 1965, me incorporaron como hermano a la cofradía, cosa que estaré eternamente agradecido a mis padres, muy especialmente a mi madre la cual me supo inculcar desde la infancia el amor a nuestros sagrados titulares, a la cual quiero desde este espacio recordar y que hasta sus últimos días tuvo la compañía y consuelo de Ellos.

Desde esas fechas, me incorporé como nazareno a las filas del cortejo, hasta que un buen día, Viernes Santo a mas señas, y hace ya muchos años, gracias al compañero y amigo Angel Robledillo, que me cedió una chicotá en el palio, pude experimentar la sensación que produce portar a nuestra Madre. Este momento aún lo recuerdo perfectamente, ya que a la altura de la cafetería de Paco Cordones y de regreso, me inicié como costalero. Sólo fueron un par de minutos, pero lo suficiente para sentir una infinidad de emociones dentro del paso y comprobar que la mayoría de los que iban debajo, mis amigos de juego en el Campo del Príncipe, pasaban a ser hermanos y compañeros de algo mucho mas grande, como costaleros de la hermandad de los Favores.

A partir de ese momento y hasta estos días he vivido innumerables momentos, dentro del seno de la cuadrilla, como todo en esta vida, unos maravillosos y otros no tanto, pero tanto unos como otros no los cambiaria por nada. Recordar las noches de ensayo, desde mis primeros en el Campo del Príncipe, hasta estos últimos en el parking del Zaidin , las reuniones con sus inseparables polémicas, los ratos en el bar del Collejo, algún partido de fútbol, esos bocatas de choped o mortadela en el último ensayo, y tantos y tantos momentos de compartir un rato de nuestras vidas con una sensación, de que, aunque la mayoría de nosotros no nos vemos a lo largo del año, durante el tiempo que más nos vemos o las veces en que nos encontramos por la calle, el saludo que nos transmitimos es algo más que el de un par de conocidos que se cruzan, es el abrazo de dos hermanos y Costaleros de los Favores.

Durante los más de 25 años que llevo perteneciendo a la cuadrilla, se me acumulan los recuerdos. Uno de ellos y no precisamente de los más agradables, pero posiblemente de los mas intensos, ocurrió el año en que sancionaron a la hermandad a no realizar la estación de penitencia. Cuando a la teórica hora de salida, nos reunimos algunos en torno a Nuestros Titulares, en el Convento de Santa Catalina. Fueron unos momentos de rabia contenida, duros, tensos y de autentica hermandad, algo distinto de lo que se vive normalmente. Esos minutos contemplando al Cristo colgado en la pared del convento, y a nuestra Madre que se encontraba en la sacristía prácticamente a nuestra altura, los recuerdo de una forma muy especial.

Por supuesto, me quedo con todas las vivencias de estos años, todo lo experimentado, todo lo sufrido, lo compartido, lo disfrutado, todo un cúmulo de sentimientos, que sin duda alguna han marcado y marcarán la vida de todos y cada uno de nosotros, sobre todo los que han estado y estamos en esto por un solo motivo, el ser costalero, pero no cualquier costalero, sino del Santísimo Cristo de los Favores y de su Madre de la Misericordia Coronada.

Firmado: Antonio Luis Fernández Navarro