Stephane Hessel, un señor con 94 años, la lió parda escribiendo un libro que invitaba a la gente a indignarse ante la situación de crisis generalizada. Muchos le hicieron caso y algunos afirman que de ahí salieron los distintos movimientos de indignacion sistematizada que tanto han sonado en los últimos meses por todo el mundo y que en España ha tenido una de sus más claras representaciones. Por más que he leido el libro, este señor no habla de costaleros, ni mucho menos de costaleros granadinos, y debiera haber lanzado algún consejo a esa porción de la parroquia costalera granadina, que tan descontenta está siempre con lo que en esta ciudad tan maravillosa ocurre debajo y alrededor de los pasos.
A aquellos que entienden que no puede haber tanta "ignorancia" en este mundo. Los que nunca están de acuerdo con nada, los que no ven más acierto que el suyo y mejor opinión que la suya, despreciando la de los demás. Los que critican a diestro y siniestro a tal o cual costalero, capataz, contraguía y el sursuncorda que se acerque a un paso, porque no goza de la inmunidad de sus ideas. Los que no entienden que una Hermandad les cobre una papeleta de sitio por sacar un paso como a cualquier otro hermano. Los que no ven virtud en nadie más que en ellos.
Esta gente permanece en un estado semi-perpetuo de indignación y cabreo, que sólo se le quita a algunos cuando salen de esta bendita ciudad, se gastan la pasta gansa, que no se han gastado en una hermandad de aquí en la vida, y ya todo es maravilloso. Se equivocó el señor Hessel en no recomendar a estos señores nada que pudiera hacerles ver la luz al final del túnel. No hubiera estado mal una acampada en nuestra recién estrenada tribuna de la Calle Ganivet, o diversas manifestaciones por la calle Navas -tan de bares como de cofradías-. Claro que este señor nonagenario por donde tenía que haber empezado es por su lema: "Sólo es hombre quien se compromete".
No hay comentarios:
Publicar un comentario