PASION COSTALERA (y 2)



Paco es un camarero talludito, con poco mas de cuarenta años, lleva treinta debajo del paso. Paco fue de aquellos primeros hermanos costaleros que se metieron bajo nuestros pasos. El no tiene la suerte de otros y, aunque sea Viernes Santo, tiene que acudir a su trabajo por la mañana a cumplir con sus obligaciones profesionales.

Pero el Viernes Santo camina de otra forma, el aire de primavera que respira le llena los pulmones de una forma especial. El día grande de su familia, el que todos esperan, y por eso lleva un gesto de satisfacción este día en el que hasta el tiempo es cofrade. Junto a su papeleta de sitio, en la mesita de su cuarto, la de su hijo pequeño que sale de monaguillo y vuelve locas a su madre y a su hermana por la calle San Matías.

Sobre una silla descansa un viejo costal de tela desgastada y arpillera muy desteñida. Para él su ropa es sagrada. no sabe cuando llegará el día, pero cada año lo ve más cerca. Observa un ritual especial para liarla, él sabe que esa ropa ha sido, es y será la que empape el sudor de su esfuerzo. Orgulloso deja todos los años su medalla de cordón rojo y negro, que ha perdido viveza, sobre la camiseta en la que se puede leer COSTALEROS DE LOS FAVORES. Paco trabajará toda la mañana, hasta el mediodía y esperará paciente a que llegue la hora de regresar a su casa y cumplir con su afición y devoción de tantos años.


EPÍLOGO DE LA PASIÓN COSTALERA
Alvaro y Paco, cuando llegue la hora, abrirán el faldón de su paso y la literatura y la lírica habrán terminado, sus recuerdos y sus sentimientos ya sólo servirán para alimentar sus fuerzas. Si Dios quiere el paso pesará lo justo. Pero si no quiere pesará mucho, y entonces, quizás arrastrados por el sobreesfuerzo, por sus cabezas pasará de todo, más por la de Paco que por la de Alvaro. Pero no se que tiene esta “bendita droga”, que el año que viene cuando se vayan los Reyes Magos, volverán a sacar su ropa del cajón y volverán a rachear por Granada su pasión costalera.