La Hermandad ha recorrido un camino en los 12 años que llevan transcurridos del siglo XXI, que podíamos catalogar de intenso a la vez que atropellado. Hemos tenido la suerte en poco más de una década de vivir efemérides de una importancia tal, que algunas no volverán a repetirse en la Historia de la Hermandad. Como por ejemplo la Coronación Canónica de la Virgen. Al hilo de esto, me viene al recuerdo un artículo de Juan Carlos Pérez Gamarra en la publicación que con motivo de dicho acontecimiento se editó en Mayo de 2007: "...a partir del 21 de mayo, ¿qué pasará?, ya está coronada la Virgen (siempre lo ha estado en nuestros corazones), y ahora que será de su presencia en cada acto que tengamos. ¿Qué compromisos conlleva el tener una imagen coronada? ¿Seguirá siendo la vida de la Hermandad como hasta ahora?, si es así, nos tendremos que preguntar, ¿donde hemos fallado?, ¿Qué podemos hacer?, porque algo tiene que cambiar en el seno de nuestra hermandad..."
Releyendo estas líneas me da la impresión de que estamos perdiendo oportunidades únicas para situar a la Hermandad en un plano distinto. Para ofrecerle a nuestros hijos una Hermandad diferente, original, sin dobleces. En definitiva una Hermandad moderna y actual que tenga garantizado un futuro único de servicio, apostolado y con una dimensión cultural y social que le confiera un carácter especial. El amor a nuestros Sagrados Titulares no basta. Necesitamos taumaturgos y gente dispuesta, como los constructores de aquellas catedrales del XV y el XVI, que sabían que iban a poner la primera piedra de un enorme y monumental edificio que nunca verían terminar, ni siquiera seguirían todo el proceso de construcción. Incluso no es suficiente con
basar los proyectos de la Hermandad en adquisiciones patriominiales de
mayor o menor embergadura. No basta con estaciones de penitencia más o
menos "brillantes". Todo ello es importante, claro que sí, pero no es el
núcleo de esto. No podemos cegarnos con los brillos de los oros, ni quedarnos sordos con los sonidos de las trompetas.
Necesitamos gente con visión de futuro, valientes que estén dispuestos a trabajar por una Hermandad diferente y moderna, por una Hermandad a la que el peso de la historia no le suponga un lastre sino una catapulta. Capaces de fijarse en detalles invisibles a los demás y que del cuidado de esos detalles hagan su santo y su seña. Los hermanos de los Favores debemos de huir de burdas copias, de patrones y cánones ajenos y extraños, porque ni el Santísimo Cristo de los Favores, ni María Santísima de la Misericordia, ni la Iglesia de San Cecilio ni el barrio del Realejo tienen parangón en ningún sitio del mundo y, no sólo hay que sentirse orgulloso de ello sino que; hay que hacer de esto nuestro leitmotiv, en el sentido más estricto de la expresión.
Amen.
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