Que el libro de los gustos tiene las páginas en blanco, es una afirmación tan retórica como cierta. Cada uno tiene su propia versión del "arte". A unos les gusta más la Gioconda y a otros las Hilanderas de Velázquez, aunque ninguna de las dos pase desapercibidas para nadie. Unos prefieren hermandades de silencio y otros con música. A unos les gusta más un paso de palio y a otros un paso de Cristo, o de misterio. Eso es y será así mientras el mundo sea mundo.
Ahora bien, tomando como ejemplo el libro de Fernando Trias de Bes y Alex Rovira, hay que diferenciar entre el gusto y el buen gusto. El gusto, que es propiedad particular del ser humano desde que nace, es nuestra debilidad personal hacia ciertos aspectos de la vida. Y el buen gusto, es el gusto por las cosas de calidad que hay en este mundo. No entendiendo la calidad por las cosas caras ni de marca, sino aquellas obras del hombre y de la naturaleza que el tiempo se encarga de distinguir y perpetuar por determinados aspectos multiples.
Las cofradías hacen una amalgama de buen y mal gusto en sus actos y obras. Eso se refleja en la estética, aspecto este fundamental en la vida de nuestras corporaciones. Igual se disfruta de una momento sublime como el besapiés previo al Solemne Via Crucis del Santísimo Cristo de los Favores, que se escucha siete dias despues una marcha que no hay por donde cogerla o se incita al aplauso y los vítores (todos ellos de mal gusto e irrespetuosos) hacia la Santísima Virgen de la Misericordia.
Ponernos todos de acuerdo es tarea imposible, pero definir una línea que nos lleve a actuar buscando el buen gusto en todo lo que rodee a nuestros actos y obras, es una labor que empieza a antojarse urgente. Antes que perdamos el norte del todo y convirtamos la Hermandad de los Favores en una de estas Hermandades que le da igual 8 que 80.
Ahora que estamos en tiempos de elecciones es bueno aunar criterios,que alguno lo incluya en su programa electoral
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