A expensas de la ratificación por parte de la curia, una nueva etapa está a punto de empezar en la Hermandad. Un nuevo hermano mayor con una junta nueva en casi su totalidad, con muchos hermanos inexpertos pero dispuesto a emplearse a fondo por la Hermandad. Un programa que cumplir y que se hizo público durante la campaña. Una época muy complicada, puesto que los esfuerzos de todo el mundo se centran en las cuestiones básica de la vida y se abandonan un poco las que consideramos menos necesarias, que es donde algunos encuadran la Hermandad. Una Hermandad que tiene que avanzar hacia el futuro con decisión. Unos hermanos que no deben de conformarse con los sucinto, sino que deben de aspirar a lo máximo. Pero no a lo máximo particular, sino a lo máximo en general, para la Hermandad.
Un sacrificio común, el de todos los hermanos en pos de su hermandad. Toca seguir empujando, como siempre se ha hecho. Sin descanso, sin desfallecer. Sin tener por ello que abandonar ni nuestras ideas ni su defensa, pero siendo conscientes que un barco avanza si todos reman en la misma dirección.
Sigo pensando que la madurez de esta hermandad debe de ser una de nuestras principales señas de identidad. La madurez que permita navegar en el mismo barco todos los conceptos que puedan caber en la inmensa nave de la Hermandad de los Favores.
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